jueves, 15 de julio de 2010

La oración del perro


Señor Dios de los humanos; con la humildad de mi corazón me atrevo a dirigirme a ti, para pedirte por mi amo, que llegue a ser tan fiel a los demás, como yo lo soy a él, que sea leal con sus creencias y con todas las personas que dice que ama.

Hazlo capaz de respetar a todos los suyos, ya sean amigos o enemigos y que no hable mal de nadie, así como yo procuro no meterme en vidas ajenas, con intensiones torcidas.

Dale otra expresión a su cara, llénasela de alegría y de ese optimismo que yo le manifiesto todos los días, moviéndole la cola... aunque se le haya olvidado, ponerle alimento al tazón donde me enseño a comer.

Dale un espíritu de gratitud de ilimitada gratitud a todos y sobretodo a la vida, equivalente a lo que yo siento por él, siempre que yo lamo su mano, por que tu Señor, así me enseñaste a darle besitos a todos los que se me acerquen, creyentes, ateos, ricos, pobres, negros, blancos, porque nunca me dijiste que en el amor había diferencias, ni dejaste que el resentimiento y la envidia anidará en mi corazón.

Llénalo de paciencia igual a la mía, cuando me quedo horas y horas en la puerta esperando que llegue y me diga con una caricia lo mucho que me quiere.

Dile Señor que no se queje del dolor y de las cosas feas que le sucedan, como yo acepto por igual la lluvia, el granizo, las pulgas y las lombrices, llénalo de valor y del desprendimiento, que me enseñaste para que no viva exclusivamente dedicado al amontonamiento de cosas, como si fuera a existir para siempre.

Cuando llegue la hora de morir, dale la sabiduría que pusiste en mi alma de perro, para que sepa aceptar ese instante sin temor y amargura.

En fin, Señor, tu que eres amor, luz y vida, haznos a los dos un poco mas dignos de ser fieles servidores tuyos.

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