lunes, 8 de febrero de 2010

EL Cielo - Paulo Cohelo




Un hombre, su caballo y su perro iban por una carretera. Cuando pasaban cerca de un árbol enorme cayó un rayo y los tres murieron fulminados.


Pero el hombre no se dio cuenta de que ya había abandonado este mundo, y prosiguió su camino con sus dos animales… La carretera era muy larga y colina arriba. El sol era muy intenso, y ellos estaban sudados y sedientos.


En una curva del camino vieron un magnífico portal de mármol, que conducía a una plaza pavimentada con adoquines de oro. El caminante se dirigió a un hombre que custodiaba la entrada y entabló con él, el siguiente diálogo:


-Buenos días.

-Buenos días - Respondió el guardián.

-¿Cómo se llama este lugar tan bonito?

-Esto es el Cielo.

-¡Qué bien que hayamos llegado al cielo, porque estamos sedientos!

-Usted puede entrar y beber tanta agua comoquiera.- Y el guardián señaló la fuente.

Pero mi caballo y mi perro también tienen sed.

-Lo siento mucho - Dijo el guardián -pero aquí no se permite la entrada a los animales.


El hombre se levantó con gran disgusto, puesto que tenía muchísima sed, pero no pensaba beber solo. Dio las gracias al guardián y siguió adelante. Después de caminar un buen rato cuesta arriba, ya exhaustos los tres, llegaron a otro sitio, cuya entrada estaba marcada por una puertecita vieja que daba a un camino de tierra rodeado de árboles.


A la sombra de uno de los árboles había un hombre echado, con la cabeza cubierta por un sombrero. Posiblemente dormía.


-Buenos días - dijo el caminante. -El hombre respondió con un gesto de la cabeza.

-Tenemos mucha sed, yo, mi caballo y mi perro.

-Hay una fuente entre aquellas rocas - dijo el hombre, indicando el lugar. - Podéis beber tanta agua como queráis.


El hombre, el caballo y el perro fueron a la fuente y calmaron su sed. El caminante volvió atrás para dar las gracias al hombre.


-Podéis volver siempre que queráis - Le respondió éste.

- A propósito ¿Cómo se llama este lugar?- preguntó el hombre.

-EL CIELO.

-¿El Cielo? ¿Sí? Pero si el guardián del portal de mármol me ha dicho que aquello era el Cielo!

-Aquello no era el Cielo, era el Infierno - contestó el guardián. El caminante quedó perplejo.

-¡Deberíais prohibir que utilicen vuestro nombre! ¡Esta información falsa debe provocar grandes confusiones! - advirtió el hombre.

-¡De ninguna manera! En realidad, nos hacen un gran favor, porque allí se quedan todos los que son capaces de abandonar a sus mejores amigos…

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